jueves, 13 de septiembre de 2012

En un rincón de la estación



Estas líneas las escribí nada más llegar de Etiopia, en la estación del ave de Madrid. Están un poco turbias, pero entenderme, estaba cansada. He querido mantenerlas así para que no se pierda la sustancia del momento…

 << La inalterable voz femenina, avisa por turnos. Los pasajeros se dirijan a la puerta de embarque correcta.
Mi viaje ha llegado a su fin. Sentada en un rincón de la estación de Madrid, sobre mi mochila. Rodeada de mi maloliente equipaje, en el quedan las ultimas briznas de polvo y suciedad etíope.
Observo a la gente intentando sacar una conclusión. Una síntesis capaz de resumir todo lo que he vivido y experimentado en este último mes.
Creo que anqué pusiera todo mi ímpetu en intentar explicar lo descubierto en este viaje, no sería capaz de trasmitir  lo que ha ocurrido y cambiado en mi interior cada vez que me he visto frente a un nuevo acontecimiento.
Me he ido a etiopia de voluntaria. Fui con la idea de ayudar, estaba dispuesta a hacer algo por los más pobres. Pero me he sentido inútil, poco podía aportar yo a toda aquella gente. Ellos, por el contrario me han dado tantísimas cosas, me han enseñado tanto…
Ya estoy en Madrid, pero aun me quedan tres horas para poder coger el metro que me lleve a casa, se me van a hacer eternas.
No soy capaz de asimilar el hecho de estar aquí de nuevo. Me he sorprendido ante mi recelo. De repente todo vuelve a estar limpio, ordenado a oler bien, a ser caro, todo vuelve a regirse por la lógica consumista, todo vuelve a ser frio, aparente, vacio…
Estoy mareada, no puedo pensar con claridad, 24 h sin dormir me embotan el cerebro y para colmo tengo los oídos taponados.
No debería quejarme. He vuelto desde Etiopia, Addis Abbeba y he sobrevivido. Ha sido la primera vez que viajaba totalmente sola, una distancia tan larga. Sentarme justo al lado de  otro voluntario español, ha sido la guinda que me faltaba. Él llevaba seis meses allí. Las cinco horas, del segundo vuelo, se me han pasado en un segundo escuchando sus historias.
Ha sido un final perfecto para mi viaje, pero pensar en que ha acabado y debo volver a mi vida cotidiana, hace que me sienta más agotada de lo que ya lo estoy.
Por aquí todo el mundo está moreno y huele a colonia. Me siento una mendiga en medio de esta gente. Vuelve a mi mente, lo que me dijo la madre superiora antes de marcharnos de Dire Dawa. En los países ricos hay una pobreza mucho más difícil de curar. La del alma. La falta de un sentido. La monotonía del vivir para uno mismo… Me da miedo caer en ella de nuevo…
Solo quedan 40 minutos para que salga mi tren, me ha costado bastante escribir estas líneas. Tengo ganas de ver a todos de nuevo. Me pregunto si me verán cambiada, no lo sé. Lo que si se, es que me siento diferente. Creo que este viaje me ha cambiado.
 Pero… ¿acaso puede una experiencia así, dejar inalterado a alguien? >>


Nos vemos pronto.
nonnoe

No hay comentarios:

Publicar un comentario