Hoy vuelve a hacer día de verano. Tengo ganas de que venga el frio... La lluvia y el mal
tiempo. Salir con botas de agua, abrigo, paraguas y llegar empapada a casa.
Pero por ahora a mediados de otoño sigo poniéndome mis pantalones cortos…
Antes de seguir hablando, de algo más interesante que el tiempo. Tengo que
justificar que llevo casi un mes desaparecida. Lo siento mi ordenador estaba y
sigue estando muerto, No se que le pasa. ¡Soy una negada de la informática!.
Pero no podía posponer más una nueva entrada…
Siendo sinceros, hasta hace dos días no tenía ninguna
idea sobre la que escribir.
Hay veces que pasa ¿no? Como si tuvieras mil ideas pero
todas estuviesen encerradas en una bolsa, y hasta que no pasa algo que hace
estallar el saco no eres capaz de verlas con claridad.
Creo que todos nos esforzamos en encerrar cosas en ese
“saco” cosas que nos delatan que no nos gustan de nosotros mismos, que nos
avergüenzan o que nos muestran partes de nosotros que no queremos ver. Nos
pasamos la vida rodeados de gente y aun así hay momentos que nos sentimos tan
alejados de todos. Queriendo tirar esa
bolsa a la basura. Haciendo desaparecer todos esos incómodos problemas.
Pues bien, algo así me pasa a mí.